... el chico del Café la rola que escuché mientras te pensaba
No mi niña, no me pidas que deje de amarte.
No trates de prohibirme éste placer.
Un hombre como yo no va a pedirte que te quites la ropa, éso lo harás tu sola cuando sientas que ya no puedes contenerte más. Me morderás los labios y jugarás con mi cabello. Voy a escuchar tu agitada respiración cuando pases tus labios por mis oídos.
Primero se van la blusa y el sostén junto con esa ternura de la niña que reía hace unas horas en el cine, dejando al aire tus hermosos senos.
Par de duraznos que caben a la perfección en la palma de mi mano.
Los acaricio y quiero besarte pero me detengo. Prefiero mirarte a los ojos esperando que entiendas que te toco con toda la dulzura que éste vago puede darte.
Me gusta tu cabello oscuro. Tomo los mechones alborotados y los huelo para embriagarme de tu cereza. "Eres una niña cursi" , pienso. "Eres mi niña..., no, mi mujer cursi".
Me estorban la gastada sudadera negra y la playera clara, quiero sentir tu cálida piel.
Entonces te giro para mirar la línea de tu espalda. Para recorrerla con mis congelados dedos. Los mismos con los que te robé helado y toqué tu nariz hoy por la tarde. Los mismos con los que entrelacé tu mano.
Con éstos mismos dedos presiono esos delicados pezones, y para cuando decides deshacerte del pantalón y las bragas los froto en tu entrepierna.
¿Puedes vernos en el redondo espejo?
Ahora eres tu quien recorre mi torso desnudo. Besas el tatuaje en mis costillas, y me muerdes.
¡Alto! No juegues a llevar el control.
Tomo tu rostro con ambas manos y te beso con más pasión, te llevo a la cama y me postro sobre ti.
Siente la fuerza con la que recorro tu vulnerable cuerpo, siente cómo presiono tu cintura y tus delgados brazos aferrándote en ésta posición. Quiero que sientas lo fuerte que presiono tus muslos y tus nalgas, y si gimes con placer es porque lo estoy haciendo bien.
No me tomes por patán,
un patán hace un rato ya que te hubiera penetrado.
un patán hace un rato ya que te hubiera penetrado.
Abandono tus labios y bajo.
Por el cuello, por el pecho, muerdo uno de los duraznos y presiono la punta del otro.
Las costillas son hermosas, se asoman los huesos y me nace una extraña fijación necrófila que se entretiene un instante.
Quiero saborear tu sudor que empieza a brotar de tu piel.
Sobre tu ombligo mi lengua dibuja pequeños aros, te estremeces.
¿Puedes sentirlo?
Desaparecen tus prejuicios sobre tu hermoso cuerpo.
¿A qué le temes mi niña?
¿a que vea la cicatriz debajo de tu pecho?
¿a que note el exceso de pecas en tu espalda?
¿te avergüenza como se ven tus delgadas piernas?
¿a qué le temes mi niña?
¿A enamorarte?
Te voy a mostrar cómo ama un hombre como yo. Bajo a tu hermoso sexo y lo beso, lo rodeo con mi lengua y te enseño que hay besos que se dan suaves pero son más intensos.
La humedad que nos empapa te gusta. Lo sé porque presionas mi rostro con tus muslos, y alcanzo a ver cómo buscas auxilio entre las sábanas.
Y no quiero abandonar tu sabor, sabor a dulce, sabor a lujuria, sabor de entrega.
Éste soy yo.
El que no conoce nadie más.
El que no pueden ver tus amigas, el que camina como si nada le preocupara.
Éste soy yo. Del que te dijo tu madre que te cuidaras. Soy el mismo del que dudabas.
Dime si aún tienes dudas. Dime si de verdad te sientes vulnerable.
No seas dura contigo. No me importa que apenas ayer hayas sido una desconocida.
Nadie nos enseña a amar, nadie nos dice cuál es el momento correcto, el momento exacto para entregarnos.
Éste soy yo. El que quiere disfrutarte y hacerte el amor ésta noche.
Tu desnudez es hermosa.
No seas dura contigo.
Y déjame hacerte el amor como un hombre.
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