En esos días no medía el tiempo por las horas, sino por el dolor, cuando sentía que disminuía sabía que había pasado al menos una semana, y que entonces también, me había quedado una semana rezagada en sus recuerdos.
Todo era nuevo. Nunca me habían roto el corazón de ésta manera, por consiguiente no tenía idea de cómo repararlo. Probé escuchar a las amigas que me decían que él era un estúpido, a los amigos que siempre preguntaban -¿pues qué le hiciste?-, recordé películas complicadas con finales felices, hasta leí mi horóscopo (pero como soy acuario todos coincidían en que es un signo un tanto loco y, que por eso mismo no había mucho qué hacer). Entonces una noche mi madre me vió llorar y solo dijo: "todo estará bien".
Pero yo elegí escuchar a mis amigas porque la palabra estúpido, me permitía demostrarle mi enojo, aunque sea un poco; rompí sus cartas, sus fotos, me deshice de todos los regalos; ¡qué no quede rastro de lo que éste amor fue un día!.
Y disfrutaré ver cómo me pides que vuelva contigo con los ojos al punto del llanto, me reiré de ti en voz bajita, por dentro, para que solo mi lado malo pueda escucharme. Él y yo chocaremos las copas, y le daré el sorbo al vino de la venganza, porque podré ver cómo te estás sintiendo mierda igual que yo me sentí cuando vi tu fotografía abrazándola a ella acompañada de un "te amo", en los días mismos en los que platicábamos de cómo remodelar nuestra nueva casa.
Creo que no entendí, ¿cuando hablabas de remodelación también hablabas de remodelarme a mi?.
¿Será posible que me confié?; pero entonces, ¿qué es el amor sino confianza misma?...
Confianza en ti, en mi, en abandonarme entre tus brazos, en tomar tu mano enmedio de nuestros silencios y saber que me piensas como yo te pienso- Confianza en tu desnudez frente a la mía, confianza en mostrarte vulnerable para que yo pueda entrar más allá de tus miedos y abrazar tu alma, confianza en cuidarnos el corazón, el ser, el espíritu. Confianza de ser tú, de ser yo, y aún así, en el océano de diferencias que hay entre un rígido militar como tú y una marxista soñadora como yo, confiar y ahogarnos de amor.
A lo mejor solo yo quería ahogarme, y con el aire que aún mantenías en tus pulmones soltaste mi mano y saliste a flote. Yo me quedé un rato más, en la profundidad de mis pensamientos, tuve que ahogarme en éso que no era amor, ni agua; era una espesa soledad, necesaria para conocerme. Abajo en las oscuras profundidades del dolor aprendí a sobrevivir. Me era difícil mover un brazo, el otro; traté de impulsarme para poder salir a flote, hasta que entendí que forzando no se abren las aguas; tampoco las abren los amigos ni los amantes de momento, pues en ellos también busqué un ancla que me salvara.
Siempre pensé que lo que me impedía moverme era lo espeso de la soledad que me rodeaba, no me daba cuenta que en realidad era yo misma; era mi peso, cargado de dolor, de decepciones y de enojo.
Hasta ese entonces aprendí a soltar
Sé que me habría ahorrado muchos dolores de cabeza, alguno que otro mal rato con amantes momentáneos y lágrimas de más si "soltar", hubiese sido una de mis prácticas, pero tuviste que llegar tú con tu desamor para que yo pudiera aprenderla.
También sé que no podemos borrar nuestros recuerdos, pero que es mejor aprender a vivir con ellos, mas no de ellos. Porque nuestro pasado es una recopilación de experiencias y lecciones aprendidas, de hecho no deberíamos de verlo como una serie de dolores acumulados.
Y ahora que he terminado de remendarme el corazón, (y digo remendar porque pegar sus pedacitos aún deja ver esas grietas que forzamos a unir, y la verdad prefiero que se vean hilos; le da un toque vintage) puedo entender todo eso.
Entiendo que no hay porqué aferrarse a los tiempos que nunca existieron. Los "hubiera", "y si...", " pude..." son palabras que se encargan de lastimar más un corazón de por si ya herido.
Ahora sé que estamos parados justo donde le decimos a la vida que queremos estar, tú haciendo una familia, yo experimentando la vida.
Es solo que a los hombres nos da por ser románticos en el momento menos indicado: en nuestros ratos de soledad, en esas noches de tono azul...y es ahí cuando se nos ocurren infinidad de "hubiera", porque queremos sentirnos mejor, consolando a nuestro Yo herido, con historias que nos inventamos, a las que no les damos fin y vemos con los ojos cerrados; ¿sabes porqué?,
porque sabemos que al abrirlos veremos que esa historia hace mucho tiempo ya, que había terminado.